En tiempos normales, la economía de un país crece en la medida que aumenta la producción de bienes y servicios. Las personas tienen suficiente dinero para consumir y las empresas tienen la capacidad de responder a esa demanda.
Pero cuando ese motor no funciona bien, el Producto Interno Bruto (PIB) se estanca o cae.
Normalmente se habla de una recesión cuando baja el crecimiento económico durante dos trimestres seguidos.
1.¿Qué pasa con el dinero?
- Cuando estamos en recesión hay menos dinero circulando en la economía. Hay menos trabajo disponible, aumentan los despidos, se resienten los salarios.
- Cae el flujo de caja de las empresas y disminuye la rentabilidad. También suelen congelarse proyectos de inversión y algunos capitales se fugan en busca de mejores rendimientos en otros países.
- El gobierno recibe menos ingresos por el pago de impuestos y queda con menos recursos disponibles para invertir en servicios públicos, construir obras de infraestructura o apoyar a las familias que están en problemas.
- Y aumenta el endeudamiento fiscal.
En una recesión el país en su conjunto se empobrece, aunque las familias más vulnerables son las que sufren las peores consecuencias.
2. ¿Estamos ahora en una recesión global?
Todos los indicadores apuntan a que actualmente estamos en una recesión global, si consideramos que bajó el crecimiento en los tres primeros meses del año y volverá a caer en el segundo trimestre que termina en junio.
Las cifras oficiales aún no están disponibles, dado que aún no concluye este mes, pero los pronósticos de expertos señalan que las cuarentenas y confinamientos implementados en gran parte de los motores económicos globales, dejarán una huella recesiva.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta una abrupta caída del PIB Global en 2020 cercana al 3%.
Si eso se cumple, estaríamos en la peor crisis desde la Gran Depresión de los años 30.
3. ¿En qué te puede afectar la recesión?
Algunas personas perderán su empleo. Otras verán limitadas sus posibilidades de aumento salarial o la aprobación de nuevos proyectos.
Los recién egresados tendrán dificultades para incorporarse por primera vez al mercado laboral y quienes tenían planes de iniciar un emprendimiento, probablemente deban posponerlo.
Quienes ven seriamente afectados sus ingresos pueden quedarse sin dinero para pagar la hipoteca o el arriendo de su casa, o para cubrir las necesidades básicas de alimento y salud.
4. ¿Cuánto puede durar la recesión?
Nadie lo sabe con certeza. Depende de una infinidad de factores, desde cuán pronto esté disponible un tratamiento y una vacuna, a si se registran nuevas ola de contagio en la medida que los países abran sus economías y las actividades retomen su curso habitual.
Con todo, organismos multilaterales y regionales proyectan que la recesión se puede acabar hacia fines de este año o comienzos del próximo.
Estamos en un momento de alta incertidumbre, dado que se desconoce cómo va a evolucionar el virus y la velocidad de las respuestas para enfrentarlo.
Si los paquetes de estímulo fiscal y las inyecciones de dinero por parte de los bancos centrales logran mantener en pie el tejido productivo y comercial, la recuperación será más rápida.
Pero si muchas empresas quedan sin oxígeno financiero y se van a la bancarrota, el escenario será distinto.
Cuando en la mayor parte de Asia, Europa y Estados Unidos las cosas están volviendo a la «normalidad» de manera escalonada y con precauciones para mantener la distancia social, América Latina se ha convertido en el epicentro de la pandemia.
Mientras no baje la curva de contagios y muertes, difícilmente la región podrá encender una vez más los motores del crecimiento.
A nivel global, las aerolíneas y el sector turístico esperan con ansias que la gente vuelva a sentirse segura y se atreva a viajar.
Poco a poco han comenzado a reanudarse los vuelos, aunque está por verse cuál será la respuesta de los consumidores en los próximos meses.
5. ¿Qué se puede hacer?
Hasta que no exista una vacuna contra el virus, todos los esfuerzos apuntan a mitigar el impacto sanitario y económico de la enfermedad.
Los bancos centrales han disminuido las tasas de interés para que el costo de pedir dinero prestado sea lo más bajo posible.
Sin embargo, quedan muy pocas municiones en este terreno, dado que las tasas ya estaban bajas incluso antes de la propagación del coronavirus.
En Estados Unidos, por ejemplo, están prácticamente en cero.
Los gobiernos, por su parte, han aumentado el gasto fiscal – dejando de lado en muchos casos las estrictas normas de austeridad – para apoyar a las empresas y a los ciudadanos durante la pandemia.
Tanto en los países ricos como en aquellos en vías de desarrollo, los gobiernos han emitido deuda para conseguir recursos frescos.
Esto alza en el nivel de deuda pública, dicen los expertos, será probablemente una de las secuelas económicas más duraderas de la pandemia.
No en vano algunos economistas adelantan que más adelante puede venir una «crisis de la deuda», cuando los países tengan que pagar sus compromisos.
En medio de esta nebulosa, Wall Street ha recuperado gran parte de las pérdidas que tuvo en febrero y marzo, mientras las investigaciones para dar con una vacuna corren a toda velocidad.
Servicios de Auditoria externa, Servicios de Auditoria externa,
Servicios de Auditoria externa